La
señora
Carmen Aurora Rodríguez Henríquez nació el 06 de agosto de 1948 en la ciudad de Illapel. Fueron sus padres don Humberto Rodríguez y doña Águeda Henríquez; compartió su infancia con 5 hermanos: Oscar, Julia, Francisco, Arturo y Guillermo, siendo la segunda entre ellos. A temprana edad perdieron a su madre, encargándose de su crianza,
su abuela Celia Rosa.
Inició su Enseñanza Primaria el año 1955 en el Colegio Particular Sta. Teresa de Illapel donde ya manifestaba su vocación de enseñar. En el año 1961 fue trasladada a
la Escuela Nº 2 de Niñas de Illapel. En Diciembre de ese año rindió Examen de Admisión a
la Escuela Normal, siendo aceptada
e ingresando en 1962 a
la Escuela Normal "Isabel Bongard" de
La Serena como alumna interna.
Como estudiante normalista, se destacó por su responsabilidad en los estudios, por su identificación con su Escuela Normal, representándola en distintos eventos públicos. Además se destacó como deportista de calidad integrando su selección de Voleibol.
Realizó su Práctica Profesional en la Escuela Anexa a la Normal, licenciándose como Profesora Normalista en el año 1968.
Su Carrera Profesional la inició en la Escuela F – 174 de nuestra querida localidad de Tongoy, creando grandes lazos de amor al formar su familia con don Pedro Arrocet y de cuyo matrimonio nacieron cuatro hijos Gustavo, Karla, Hernán y Pedro.
Por sus manos de maestra pasaron varias generaciones de niños y niñas de Tongoy, que aprendieron con el cariño y la dedicación que ella imprimía en cada acción educativa, a formarse responsables, cariñosos, generosos y respetuosos de su vida y de la de los demás.
Con esta entrega cotidiana cumplió 30 años al servicio de la Educación en Tongoy. Sus funciones abarcaron primero y segundo ciclo estableciéndose en forma definitiva como docente en la Asignatura de Castellano.
Estando en funciones, se le declara una enfermedad incurable, que termina con su vida el año 2000. Dejando dolor tanto en sus familiares, sus alumnos y en quienes disfrutaron de su amistad.
En honor y reconocimiento a su labor como educadora, la Comunidad Liceana optó por su nombre, para mantener viva su memoria y su ejemplo.